INFORMACIÓN: SOBRE LA POBREZA EN MEDIO DE LA ABUNDANCIA. (II) LAS CLAVES.


"Si un hombre no tiene sus conocimientos en orden,
cuantos más posea mayor será su confusión."

Herbert Spencer (1820 - 1903)


Venía a decir en la primera entrega de este artículo que, en la actualidad, vivimos en una SOCIEDAD SOBRADA DE INFORMACIÓN y que esta información NO SE METABOLIZA con facilidad para crear CONOCIMIENTO. Más allá del ámbito técnico -tan explotado-, me refiero a ese saber o sabiduría que nos es vital para tener una VIDA MEJOR -más satisfactoria- en cualquier sus aspectos. Nunca antes la humanidad había dispuesto de tal riqueza informativa y, sin embargo, nuestro espíritu sigue encontrando las mismas dificultades para llevar una vida sana y placentera.

¿Dónde radica el problema? El problema, como todos los grandes problemas de la humanidad, es de NATURALEZA CULTURAL, DE ENFOQUE. Veamos varios aspectos más detenidamente.
  1. En primer lugar, la abundancia de información se ha convertido, aparentemente, en un problema. "Hay demasiada información...", decimos. Es cierto que nos desborda la información pero, verdaderamente, no es ese el problema. Al igual que no somos ricos cuando tenemos grandes recursos pero no sabemos qué hacer con ellos, LA ABUNDANCIA DE INFORMACIÓN NO CREA RIQUEZA DE CONOCIMIENTO cuando no sabemos utilizarla para tal fin. Realmente no sabemos aprovechar todo el potencial que tenemos a nuestro alcance.
  2. El principal problema que tenemos es la AUSENCIA DE DE CRITERIOS DE FILTRADO Y PATRONES DE UTILIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN, que nos ayuden a utilizar solamente la que es relevante, la que sirve a nuestros intereses materiales y emocionales, dentro de un marco de libertad y respeto a la comunidad en la que vivimos (en un sentido amplio que incluye el medio ambiente). La información es un servidor de nuestros intereses individuales y colectivos y DEBE AYUDARNOS A ENTENDER EL MUNDO, A RESPETARLO, A ENRIQUECERLO Y A ACTUAR DE TAL FORMA QUE SEA PROVECHOSO PARA TODOS, en un contexto de sostenimiento a largo plazo. Es entonces cuando LA INFORMACIÓN CONSTRUYE CONOCIMIENTO.
  3. Cuando menciono la ausencia de criterios y patrones, me refiero a que no tenemos los adecuados. Vivimos en una sociedad en la cual el bien individual permite subyugar y minar el bien colectivo (y del entorno), lo que -a la larga- estamos pagando; una sociedad en la que prima la satisfacción de nuestras necesidades más básicas o superficiales, de forma irracional e incontrolada, que tarde o temprano acabaremos pagando también; una sociedad del consumo donde prevalece consumir por consumir, sin un fin y sin un sentido; una sociedad que se termina extraviando ante la ausencia de unos criterios éticos o morales que guíen su voluntad en pos de una meta que satisfaga realmente su humanidad. Una sociedad, en definitiva, que se pierde en su propia PENURIA DE VALORES; que vaga descarriada, entregándose a la CULTURA DEL OCIO, de la DESIDIA ACRÍTICA; y que RINDE INCONDICIONALMENTE SU MEJOR ARMA: LA PROPIA INICIATIVA... Y LA REBELDÍA...
Pero en medio de esta visión pesimista ¿hay alguna ALTERNATIVA VÁLIDA? ¿O debemos buscar un rincón donde llorar amargamente? Por supuesto que el derrotismo no es una solución válida. ¡Nunca lo será! El mismo patrón que me sirve para juzgar, me es útil para plantear una alternativa.

Emilio Muñoz
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Comentarios

  1. Coincido contigo, pero sin duda me quedo con ese último párrafo:

    "Pero en medio de esta visión pesimista ¿hay alguna ALTERNATIVA VÁLIDA? ¿O debemos buscar un rincón donde llorar amargamente? Por supuesto que el derrotismo no es una solución válida. ¡Nunca lo será! El mismo patrón que me sirve para juzgar, me es útil para plantear una alternativa".

    Lloriquear no sirve de nada, juzgar y no actuar tampoco, quejarse aún menos.

    Besitos.

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  2. Soñar o, simplemente, desear mejorar siempre tiene un precio, Ruth, la necesidad de hacerlos realidad en medio de un realidad parca. Somos animales de costumbre, ¡tanto que lo somos hasta cuando nos perjudica!

    A cualquier persona le recomendaría no dejar de soñar nunca porque, al final, lo ingrato de nadar contracorriente es más que compensado por la satisfacción que obtiene nuestro espíritu.

    Como siempre, estamos de acuerdo. Un gran abrazo.

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