MANAGEMENT SISTÉMICO: NO HAY GESTIÓN PROVECHOSA SI NO HAY VISIÓN GLOBAL

En el interior de una cueva, si la linterna que utilizamos solo nos sirve para iluminar el punto al que enfocamos, difícilmente podremos ubicarnos en su interior. Y si no nos ubicamos bien será difícil movernos con confianza por el lugar, buscar un refugio seguro o decidir qué camino tomar. Al igual que en el Management, lo que se necesita es una lámpara que ilumine suficientemente bien todo el interior para poder ver la realidad entera en la que estamos inmersos, construir un buen mapa mental del lugar, elaborar una visión (alternativa) que conjugue nuestro propósito con las opciones posibles y, en definitiva, tomar las decisiones más adecuadas. Cuando hablamos de gestión empresarial, las miras estrechas y / o cortas son la antesala de problemas de funcionamiento.

“― Busco libros que traten sobre cómo usar el cerebro.
― Intente aquí ―dijo la bibliotecaria,
señalando un estante de libros―, en la sección de medicina.
― No ―le respondí―, ya he revisado esos títulos y no tengo ningún deseo
de operar mi cerebro, sólo deseo aprender a usarlo.
La bibliotecaria me miró de forma inexpresiva.
― Temo que no hay libros sobre ese tema ―dijo―.
Sólo los libros de texto que tenemos aquí”

Tony Buzan
“Mapas mentales”


UN RESUMEN: VISIONES PARCIALES NO CREAN SOLUCIONES GLOBALES VÁLIDAS

Se nos repite insistentemente que la innovación creará un mundo más sencillo y cómodo, pero también tenemos a quienes nos advierten de que vivimos en un trepidante “mundo VUCA” en el que no basta con correr rápido, ¡hay que volar, sí o sí! Se nos recomienda algo así como que corramos la maratón al ritmo de un sprint, pero ni siquiera Jeff Sutherland, el creador de la metodología SCRUM, que ha popularizado los SPRINT en gestión, nos recomienda tal cosa: Jeff nos viene a decir que las mejoras de productividad no vienen de trabajar más o más rápido, sino mejor.

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Unos nos dicen que lo importante es ser muy ágil en la gestión y el trabajo, otros que lo decisivo es contratar talento, otros nos hablan de las catastróficas consecuencias de no adaptarse a la transformación digital, los de más allá nos insinúan la gravedad de no desarrollar un buen modelo de negocio… Planteamientos que suelen ser muy valiosos, pero parciales, y que, convertidos en modas, sirven más para presumir de estar al día que para conseguir mejoras reales en la empresa.

Insisto en que todas estas propuestas suelen ser muy válidas para mejorar la ciencia y la práctica del Management (un arte, ciertamente) pero se echa en falta disponer de más “arquitecturas globales”, sistémicas y adaptadas a la realidad concreta de cada cultura, sector o negocio. De todos aquellos que se sienten impulsados a mejorar la gestión de su negocio, me temo que solo una minoría tiene el acierto de construir una estrategia global, equilibrada, pragmáticamente adaptada a su realidad, potencialmente efectiva y asequible. Aún más, no es raro que, desde la consultoría de gestión más convencional, se aconseje la introducción de medidas que, por su estrecho campo de acción, generen resultados insuficientes o efectos secundarios no deseados y no previstos. A menor campo de visión, mayor riesgo de no terminar donde se pretende. Las elevadísimas cifras de mortandad empresarial así lo confirman.


AHONDANDO: LA IMPORTANCIA DE CAMBIAR EL ENFOQUE (SIN DEMORA)

Se habla mucho de innovación, de progreso y de bienestar, pero la realidad es que los países desarrollados, donde aplicamos la innovación en gestión bastante menos de lo que hablamos de ello, vamos perdiendo peso económico a nivel mundial. El declive de Europa empieza a ser un hecho más que evidente, pero no lo es por la escasez de talento sino por una evidente falta de visión y enfoque al utilizarlo. En otras palabras, ni aprovechamos nuestra ventaja, ni lo que hacemos lo hacemos en beneficio de nuestras sociedades.

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Nos hemos acostumbrado a pensar que vivimos en un mundo de relaciones causa-efecto unívocas, cuando la realidad es justo lo contario, como llevan décadas advirtiéndonos los pensadores sistémicos, entre ellos Peter Senge. La cuestión no es que estén carentes de razón quienes señalan la importancia de uno u otro factor para la buena marcha empresarial, el problema es que se enfatizan tanto las soluciones unidimensionales, sin un enfoque multidimensional, que se distorsiona la realidad sistémica del mundo en el que vivimos, donde se entrelazan múltiples dinámicas de distinto signo, habitualmente interdependientes. Por decirlo de una manera más sencilla, no vivimos en un “mundo hilo”, sino en un “mundo red”. Cuando se tira de un hilo no solo es el otro extremo el que se mueve, ¡se mueve toda la red, en mayor o menor medida! Son numerosos “hilos” en el entramado de la red los que se ven afectados. Las consecuencias son evidentes: nuestras acciones tienen efectos secundarios imprevistos, nuestros planes no terminan de funcionar bien y nuestras estrategias languidecen ante la compleja realidad.

Digámoslo claro y sin ambages, en este “mundo red” en el que vivimos no funcionan las visiones simplificadas y reduccionistas de la realidad, ni funcionan las soluciones que hacen de un aspecto concreto u otro su objeto de atención y acción. Se necesitan visiones totalizadoras (sistémicas, como digo), se necesitan estrategias que impulsen a acciones equilibradas y se necesita una ejecución responsable y bien orientada.

La realidad es compleja, y operar dentro de ella no es fácil, que nadie nos venda lo contrario. Que nadie nos hable de un único factor como determinante o como preponderante. Como en cualquier aparato complejo, cada mecanismo debe estar delicadamente afinado y encajado. Por poner un ejemplo, se nos dice que el éxito pasa por la mejora de la rapidez en la gestión de las labores de producción. Se nos puede decir, además, que se debe entregar al cliente con alta calidad y un reducido coste. Cierto. Pero raramente se nos dice que todo ello requiere poner a punto aspectos estructurales en las unidades empresariales: una cultura que adapte las estructuras organizativas de la empresa para poder captar e integrar el talento humano que concretamente se precise; un talento al que se le deje hacer sin estériles limitaciones (reclutar talento para luego quemarlo sin dejarlo aflorar es, evidentemente, una estupidez); un sistema de comunicación y otro de toma de decisiones que facilite la coordinación, la integración y la agilidad en la actuación del equipo humano; equipos que no se agrupen funcionalmente (por tipo de conocimientos) sino en torno a los procesos y con enfoque multidisciplinar (en las llamadas “células”); personal que se integre en organigramas (más) horizontales, en lugar de verticales y que disponga de constantes oportunidades de actualización de sus conocimientos y formación; etc, etc, etc…

Se habla mucho de lo que hay que hacer pero mucho menos de cómo hacerlo y de las dificultades a afrontar. Dificultades que no son pequeñas. Y no son pequeñas por complejas, sino por el cambio de mentalidad, de perspectiva y de visión que precisan. Requiere un cambio cultural muy importante, aunque no imposible. Requiere dejar de hablar de qué hacer (cualquier manual al uso informa de ello) y empezar a dar soluciones serias respecto a los “cómo” hacerlo. Requiere de otros cambios muy importantes: dejar el idílico mundo de los tópicos para situar ya nuestra mente en cómo conseguir trabajar mejor. Requiere quitarnos la corbata, remangar nuestras estupendas camisas y trabajar en aquello que es importante, con planteamientos que funcionen o tengan visos de funcionar.

No es cuestión de agobiarse y ponerse a toda prisa a la altura de, por ejemplo, la metodología KATA de Toyota, algo que llevan desarrollando unos 70 años con bastante acierto. Pero sí es necesario que dejemos de perder tanto tiempo hablando, hablando, y volviendo a hablar, de las novedades de gestión; y que dediquemos más tiempo a conseguir mejoras reales, después de reconocer con humildad nuestro atraso. Y no nos equivoquemos, el trabajo incluye también formación, reflexión y diseño. Actuar sin pensar no sirve absolutamente para nada. Empecemos, al menos, a aplicar con éxito las soluciones que se están demostrando que funcionan, y muy bien, en el mundo. En definitiva, menos polvareda informativa, menos hablar en abstracto y más empezar a concretar y a hacer.


Emilio Muñoz
Soluciones de gestión para la empresa y los emprendedores

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