EN TORNO AL DEBATE SOBRE EL REGISTRO EFECTIVO DE LA JORNADA. EL PAPEL DE LAS LEYES

Este tema es uno de los ejemplos perfectos de que LA LEY NO PUEDE ABARCARLO TODO, dejando siempre resquicios por donde se puede terminar vulnerando su espíritu. Este problema no se soluciona CREANDO MÁS NORMAS O HACIÉNDOLAS MÁS COMPLEJAS, como se suele hacer. No es una buena idea sustituir la responsabilidad individual por el dirigismo y la coerción. Hace falta OTRO TIPO DE ALTERNATIVAS muy diferente.


“Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles;
cuando son corruptos, las leyes se rompen”

Benjamin Disraeli (1804 - 1881)


UN RESUMEN…

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Esos resquicios que mencionaba más arriba solo se pueden sellar con una MENTALIDAD y una CULTURA que, más allá del respeto a la letra de las normas, fomente el ejercicio de unas SANAS RELACIONES entre las personas basadas en el RESPETO y la leal COLABORACIÓN. Si queremos MEJORAR NUESTRA SOCIEDAD, tanto en el terreno de las relaciones laborales (y sociales, en general) como en el de su prosperidad colectiva e individual, debemos plantearnos las cosas de una forma radicalmente diferente.

No es que yo esté en contra del registro de la jornada laboral. Lo que estoy planteando es que el mero hecho de necesitar legislar sobre esta cuestión es la manifestación de la existencia de un grave problema social. RESOLVAMOS EL PROBLEMA DE FONDO en lugar de poner remedios que no funcionarán.


…Y UNAS REFLEXIONES

Algún día nuestros dirigentes se tienen que dar cuenta de que el mero hecho de que el espíritu de las leyes no se respete es el reflejo de que algo delicado no funciona en la sociedad. NINGUNA LEY PUEDE CUBRIR TODA LA CASUÍSTICA. Hacerlo sería lo mismo que escribir el más complejo de los programas informáticos y convertir al ser humano en un mero robot, despojado de voluntad y libre albedrío.

Las leyes son necesarias para encauzar la vida comunitaria y se construyen (o se deberían construir) sobre aquellos VALORES Y PRINCIPIOS QUE FOMENTAN EL RESPETO, EL ENTENDIMIENTO Y LA COLABORACIÓN entre los seres humanos. Son estos valores y principios los que deberían orientar las relaciones sociales (y las laborales, como parte de ellas). Por tanto, las leyes deberían actuar como un mero reflejo del COMPROMISO DE CADA INDIVIDUO con unos valores y principios COMPARTIDOS.

El problema surge cuando las normas se convierten en REFERENCIAS ALEJADAS DE LOS VALORES Y PRINCIPIOS QUE LAS INSPIRAN. Es entonces cuando muestran toda su fragilidad e ineficacia. Perdida la sana guía de la buena voluntad entre las partes comprobamos que el respeto, el entendimiento y la colaboración se volatilizan, DEBILITANDO LA ORGANIZACIÓN SOCIAL. NECESITAMOS REFERENCIAS CLARAS Y SÓLIDAS. Necesitamos PRINCIPIOS y VALORES que ordenen la actividad humana en beneficio de todos.

Si queremos mantener una sociedad y unas relaciones laborales sanas DEBEMOS FORTALECER LOS PRINCIPIOS Y VALORES adecuados, algo que solo se logrará si, por parte de todos, hay una clara voluntad de respeto, entendimiento y colaboración. No lo habrá si no se construye una sociedad más justa y más equilibrada, en la que prime una NÍTIDA VOLUNTAD DE RESPETAR Y HACER RESPETAR LO BÁSICO: la buena voluntad. O dicho en términos jurídicos, la BUENA FE CONTRACTUAL (contrato social, por supuesto).

Si así fuera, si prevaleciera la buena fe, no necesitaríamos de numerosas y complejas normas o controles, ni perderíamos el tiempo buscando la manera de incumplirla o hacerla cumplir. Dejaríamos de ALIMENTAR LA DESCONFIANZA, con el coste material y emocional que conlleva, y podríamos dedicarnos plenamente a ACTIVIDADES MUCHO MÁS PROVECHOSAS Y LUCRATIVAS.

Si nuestra sociedad necesita que se registre la jornada laboral, ya está manifestando un punto realmente débil. Si además se vulnera, su gravedad se multiplica. Necesitamos crear otro escenario y darnos otros papeles.


Emilio Muñoz
Soluciones reales de gestión para la empresa

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