CONTRATO INDEFINIDO Y PROSPERIDAD: CUENTOS, REALIDADES Y SOLUCIONES


Estamos viendo como los SINDICATOS, después de estos años de prudencia durante la crisis, están volviendo a movilizarse en su legítima pretensión de mejorar los derechos y las condiciones de los trabajadores. Bien ejercida esta labor puede ser un impulso inestimable para el progreso y el bienestar. Mal practicada es contraproducente para estos fines y para los trabajadores mismos.

Uno de los puntos constantemente reclamados es el de la CONTRATACIÓN INDEFINIDA. Si bien es una meta que considero valiosa, la forma en la que se plantea alcanzarla ni favorece la labor de los empresarios ni la creación de empleo. Es imprescindible BUSCAR OTRAS LÓGICAS Y OTRAS FÓRMULAS. Fórmulas que, además, permitirían a sindicatos y organizaciones empresariales TRABAJAR CODO CON CODO.

La errónea fórmula propuesta constantemente por los sindicatos es la de BLINDAR LOS CONTRATOS INDEFINIDOS CON ALTOS NIVELES DE INDEMNIZACIÓN. Es loable que se promocione el empleo indefinido (signo, por otra parte, de estabilidad y productividad) pero NO ES ACERTADO hacerlo utilizando el poder coercitivo de unos costes de rescisión del contrato desproporcionados. Así solo se consigue justamente lo contrario: menos empleo total y menos empleo indefinido.
  1. En primer lugar, RECURRIR A LEGISLAR E IMPONER POR LA FUERZA COMPORTAMIENTOS (como el de mantenimiento del empleo indefinido) que tienen mucho que ver con los valores y la cultura más arraigada de cualquier sociedad, es un grave error: no se suele solucionar el problema (porque siempre se encuentra una manera de saltarse la ley, incluso con otras leyes, como es el caso en la contratación temporal) y, adicionalmente, los trabajadores que más se aprovechan de ese blindaje son los menos productivos o los que muestran una ética más dudosa. Nos podemos “rasgar las vestiduras” pero todos hemos vivido ejemplos de ello.
  2. Y es que, en el fondo, hacer que el empleador se vea OBLIGADO A ASEGURAR ALGO QUE, NI PARA SÍ MISMO, PUEDE ASEGURAR (DISPONER DE TRABAJO) ES UNA AUTÉNTICA ABERRACIÓN que desincentiva la creación de empresas y, por lo tanto, la creación de empleo. Además, fomenta, indirectamente, el recurso a la picaresca y el mantenimiento de esta viciado comportamiento a unos niveles claramente superiores a los de las sociedades avanzadas. Pensemos en un solo dato: la economía sumergida, en la que somos líderes en la UE junto a Grecia e Italia (véase el cuadro “Economía sumergida (% del PIB) en 2015” de la excelente Think Tank “Institución Futuro”). Todo un indicador… Además, esta política desincentiva el acervo emprendedor en el país.
  3. Menos legislación, sí, pero que facilite los derechos de todos, y que promueva UN FUNCIONAMIENTO DE LA JUSTICIA Y DE LOS SERVICIOS DE INSPECCIÓN NOTABLEMENTE MEJORADOS, tanto en el plazo de respuesta (que ya de por sí es una pura injusticia) como en la valoración que hace de las situaciones que originan demandas. HAY QUE ELIMINAR LOS EXCESOS, PARTAN DE QUIENES PARTAN (empleadores o empleados) y detectar los casos en que se utiliza la legislación y / o el mal funcionamiento de la inspección para promover el abuso de unos u otros. Es imprescindible acabar con estas situaciones de exceso e impunidad. Y en ello se deben IMPLICAR MUCHO MÁS ACTIVAMENTE Y CON ECUANIMIDAD LOS AGENTES SOCIALES.
  4. Más que una legislación extremadamente compleja (como la que tenemos), lo que debería fomentarse es una CULTURA DE RESPETO Y COLABORACIÓN ENTRE EMPLEADOS Y EMPLEADORES, ASÍ COMO ENTRE SINDICATOS Y ORGANIZACIONES EMPRESARIALES. Una cultura que fuera exquisitamente respetuosa con los derechos de cada parte, que censurara con rigor la impunidad, que fomentara con rigor el buen trabajo tanto como la justa remuneración, y que impidiera que tuvieran cabida en el tejido empresarial empleadores que abusen de su posición dominante y trabajadores improductivos o problemáticos.
Emilio Muñoz
Soluciones reales de gestión para la empresa
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