LAS REVOLUCIONES PENDIENTES EN EL ÁMBITO EMPRESARIAL: UNA CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA


Cada día podemos ver con mayor nitidez que eso que llamamos la transformación digital está creando unas ENORMES POSIBILIDADES de diferenciación y de creación de ventajas competitivas que elevará a los que la aprovechen y desplazará a los que no lo hagan. Precisamente, esta prometedora posibilidad SOLO SERÁ REALMENTE APROVECHADA SI SE DESPLIEGAN DOS REVOLUCIONES PENDIENTES: la ORGANIZATIVA (una disciplina aún poco definida y apreciada) y la ÉTICA (de la que se habla mucho y se hace relativamente poco). El problema es que ni se entienden sus posibilidades, ni su urgencia, ni cómo enfocar su despliegue.

Deberíamos observar y aprender de otra revolución, la REVOLUCIÓN EN LA EDUCACIÓN, que ahora empieza a tomar cuerpo aunque haya profesionales que lleven muchos años trabajando en ella y perfilándola.

EL MUNDO ESTÁ EN UN ENORME PROCESO DE TRANSFORMACIÓN, TANTO POR LOS CAMPOS AFECTADOS COMO POR SUS DIMENSIONES, Y MUY POCOS SON CONSCIENTES DE ELLO.

En los últimos años hemos hecho de eso que llamamos la ‘TRANSFORMACIÓN DIGITAL’ el nuevo foco de atención en lo que se refiere a la gestión empresarial. No nos hemos atrevido a llamarlo ‘Revolución digital’ por nuestra natural prudencia pero somos conscientes de que los cambios que se están produciendo en este terreno son de enorme calado y entrarían dentro de lo que podemos llamar las revoluciones positivas.

Somos menos conscientes de que la transformación digital solo será realmente aprovechada SI CAMBIAMOS OTROS PLANTEAMIENTOS. Dicho de otra forma, conseguiremos un provecho mediocre e insuficiente de la transformación digital si solo lo utilizamos para hacer lo mismo de siempre con las nuevas herramientas y posibilidades. Por el contrario, aquellos que se atrevan a repensar su negocio, y a adecuarlo de tal forma que aprovechen las oportunidades actuales, serán los que se asegurará la supervivencia y el progreso.

Mi percepción (tanto subjetiva como basada en la información, propia y ajena, que he podido revisar, es que solo una minoría está enfocándose adecuadamente, mientras que la mayor parte del tejido empresarial sigue prefiriendo refugiarse en las rutinas conocidas para evitar la complejidad de modernizar sus empresas o puestos de trabajo. Eso sí, hablar de la nueva moda, hablamos todos, y como si fuéramos verdaderos expertos. Pero de lo que se habla a lo que se hace hay una enorme distancia.

Realmente, la transformación digital posibilita dos revoluciones (o transformaciones disruptivas, si se prefiere) que, a su vez, permiten aprovechar todo su potencial. El nuevo escenario requiere de nuevos protagonistas (o protagonistas renovados).

La primera es la REVOLUCIÓN ORGANIZATIVA, entendiendo organización en un sentido amplio, afectando a las actividades y procesos, a las personas y a las instituciones intra-empresariales, al diseño del futuro y la evaluación del presente; en definitiva, a todo el entramado empresarial. Este es un ámbito en el que se han hecho avances pero en el que quedan muchos pasos por dar, muchos de ellos trascendentales. Y lo primero que se precisa es tomar consciencia de su importancia, ponerla en un primer plano entre los deberes a realizar, y trabajarla a fondo.

Utilizando términos pugilísticos, se podría decir que a nuestras organizaciones les falta pegada: damos muchos golpes pero con limitada contundencia y efectividad. O más concretamente: damos muchos golpes al aire y muy pocos al cuerpo. Una organización mejorada detecta el objetivo, la estrategia, las acciones a desplegar y los recursos con los que contar para tener éxito en sus aspiraciones.

La segunda es la REVOLUCIÓN ÉTICA. De ética se ha hablado mucho desde hace ya años, ahora más en su vertiente de la Responsabilidad Social Corporativa, pero ocurre lo mismo que con otras modas mientras siguen siendo modas: se habla mucho y se va haciendo muy poco a poco. La revolución ética afecta a las relaciones entre los diferentes profesionales y, más allá, entre estos y su entorno humano y físico. Concretamente, se refiere a cómo nos relacionamos, cómo cooperamos, cómo nos cohesionamos, de qué principios y reglas nos dotamos para mantener relaciones provechosas y satisfactorias en el mundo empresarial (más allá, incluso, del llamando “entorno laboral”). En un mundo como el que viene, será condición imprescindible modificar sustancialmente esta parcela para sobrevivir empresarialmente.

Mencionaba en la presentación de este artículo otra revolución que está actualmente tomando forma, aunque haya muy buenos profesionales que llevan décadas trabajando en ella: la REVOLUCIÓN EN LA EDUCACIÓN, que está transformando radicalmente la forma de enseñar en las aulas y que, en mi opinión, será el factor más relevante para que la revolución organizativa y la revolución ética se consoliden en las próximas décadas (Fundación Telefónica está haciendo una gran labor de impulsión y difusión que se puede consultar en su web). Hablo de décadas y no de años puesto que los cambios que se precisan afectan a la esencia misma de nuestra cultura social y requieren de un cambio muy importante en nuestra mentalidad.

Insisto en que los cambios que se están produciendo en las tecnologías de la información y de las comunicaciones solo son la antesala de los cambios que ya se empiezan a producir, y que se prolongarán durante años, en la forma en que trabajamos y colaboramos en el ámbito empresarial (y, más allá, en cualquier ámbito de nuestra vida hasta extremos impensables). Quién sepa asumir el reto, además de sobrevivir, tomará ventaja.

Emilio Muñoz
Soluciones reales de gestión para la empresa
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