EL "TALENTO MENUDO": MI TRIBUTO Y APUESTA POR ESE OTRO TALENTO MINUSVALORADO


"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento.
Es el talento de reconocer a los que tienen talento"

Elbert Hubbard (1856-1915)


Gregorio (nombre real de persona real) ronda los 70 años y está medio jubilado. Siempre ha trabajado en un taller, enfundado en un mono azul. A su avanzada edad aún sigue apasionándose como un niño cuando le consultan, o se entera, de algún problema de mecánica que los demás no saben cómo enfocar para resolverlo. Huye del ordenador y no sabe utilizar Autocad, pero realiza planos a mano alzada con diseños creativos que solucionan papeletas que no recogen los manuales y que son aparentemente irresolubles. Es un gran ejemplo de profesional y de eso que denomino "talento menudo".

En estos tiempos en los que tan de moda se ha puesto hablar del talento, y que, por tanto, se hace tan necesaria la labor de concretar en qué consiste, hoy romperé una lanza por este "talento menudo" que tanto admiro. Ese talento que no ha pasado por las aulas de las grandes instituciones educativas ni se ha desplegado en las salas de reuniones de las grandes entidades empresariales. Un talento que, por esta razón, es desarrollado por héroes relegados al anonimato y que sufre de una destacable dosis de desatención por parte de los dirigentes empresariales y sociales. Algo que se debería remediar.

El "talento menudo" es, preferentemente, un talento ejecutivo y práctico. Frente al talento creativo, más teórico, colorista, minoritario y elogiado (a veces, también, más "espumoso" e inviable) este talento da viabilidad a las dificultades y problemas del día a día. Es un talento imprescindible para que las cosas se terminen haciendo y, al final, salgan bien. Todo directivo que se precie cuenta en su equipo con ayudantes que apuntan este perfil.

Solo añadir que me gustaría que el "talento menudo" estuviera más presente en el agradecimiento (público y suficientemente publicitado) del equipo directivo, en el reconocimiento de los compañeros y en los grandes discursos de nuestros dirigentes y destacadas personalidades. Y me gustaría ver algún día que, más allá de las modas y toda la grandilocuencia de nuestras intenciones, hiciéramos verdadera justicia con estos héroes anónimos. ¡Se lo merecen! Y no solo es una cuestión de justicia: los buenos profesionales "menudos" crean entornos de prosperidad y buen ambiente cuando se les facilitan medios, autonomía y reconocimiento. Por el contrario, desaparecen de donde no se les valora adecuadamente, dejando tras de sí un gran y oscuro vacío.

Emilio Muñoz
Soluciones reales de gestión para la empresa
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